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Patrimonio

TEPITO, el mercadito del Barrio Bravo

Cuando escuchamos las palabras mercado y barrio, nuestro referente cultural las sitúa en el mismo lugar y espacio. Y si a esto le agregamos: “Somos gente del barrio bravo, la barriada, pues…” entonces esa referencia se vuelve una cinta amarilla de precaución frente a nuestros ojos, como si la intimidación se hiciera presente y uno se abriera a la posibilidad de cualquier cosa. Sin embargo, en realidad el mercado (tianquiztli, en náhuatl) es el lugar en donde la comunidad adquiere o vende los recursos cotidianos. Sin embargo, este se localiza en una zona céntrica determinada que le pertenece a un barrio. Por lo tanto, son palabras cercanas pero no iguales. El lugar se rige por la comunidad, sus usos, costumbres y además por la interacción con los demás. ¿Se han fijado que los mercados generalmente se hallan en el centro de una población? El espacio es significativo, desde las culturas ancestrales, las personas asignan zonas comunes para reunirse, convivir y en este caso vender o comprar bienes necesarios para su propia existencia.

Por su parte, el barrio (calpulli) en su origen prehispánico estaba formado por un conjunto de familias con ascendencia común que poseía tierras comunales, un gobierno interno y una escuela. Sin embargo, este era tributario y por esta razón, cada barrio trataba de defender su propia identidad  luchando por definirse constantemente de los demás, ya sea por medio del lenguaje oral, corporal, escrito o las actividades.

En sí el barrio bravo es una definición que actualmente los habitantes de las colonias entre las calles Paseo de la Reforma, Av. Del Trabajo y las calles Canal del Norte y Rayón, se han encargado de darle fama y continuidad a Tepito. La tarea en autodefinirse nunca ha resultado sencilla para sus habitantes, pero esto tiene que ver con su propia historia, el culto popular y además con las actividades comerciales que se encargan de mantenerlo vivo y en este caso: bravo.

La pregunta sería sencilla: ¿Por qué un barrio decide ser reconocido por su bravura? ¿Será que se deba analizar el concepto de bravío o tal vez, ingobernable? La respuesta siempre estará en la historiografía del lugar y sus fuentes orales.

Tepito ha sido la sede varios momentos emblemáticos en la historia de la Conquista y además en el comercio prehispánico que prevalece hasta nuestros días. Durante la época prehispánica, Tepito fue un lugar fronterizo entre la ciudad de México-Tenochtitlán y su hermana gemela, México-Tlatelolco. Mientras que en la guerra de colonización fue uno de los últimos puntos de resistencia tanto de mexicas como de tlatelolcas. Según el arqueólogo Salvador Guilliem, Nonualco-Tlatelolco se conformó por diecinueve barrios. En el caso de Tepiton se le consideraba  como el mercado pequeño en dónde se vendían las frutas mallugadas, el pulque muy fermentado, los textiles que tenían algún defecto, y que por esta razón no tenían acceso al mercado principal de Tlatelolco, es decir, eran bienes que se obtenían a un costo menor.

Tepito se localizó en la parcialidad del calpulli de Nonualco- Tlatelolco, y abarcó las zonas de Mecamalinco, Teocaltitlan, Apohuacan, Atenantitlan, Tepoctitlan y Atenantitech, entre la calzada de Tepeyacac y el dique oriente de la ciudad de Tenochtitlan.

El calpulli se componía de una agrupación de chinancalli (casa chinampa) que era unifamiliar, constaba de una casa y una chinampa, rodeadas de calles o acequias. Según el asentamiento o terreno sobre las islas. La actividad económica en él incluía la agricultura, la pesca, la apicultura, la floricultura, la crianza de diversas aves y los oficios y artes como: cantería, textiles, arte plumario alfarería, joyería etcétera. Sabemos que las familias consumían parte de su producción y comercializaban en medida variable sus excedentes tanto en los pequeños mercados de los calpullis, como el grande y famosos de Tlatelolco. El producto de las unidades chinamperas comunitarias, se destinaba a la manutención del templo, sus sacerdotes y festividades. (Costa, 18)

De esta forma, el barrio es determinado por el lugar, las costumbres y así, podemos imaginarnos que Tepito o Tepiton al ser parte del calpulli de Tlatelolco, tenía actividad comercial informal y además debía pagar tributo a Tenochtitlan.

El historiador Antonio Caso se encargó de hacer un trazado de los antiguos barrios gobernados por el señorío de Tlatelolco y se dieron cuenta de que el espacio entre el Templo Mayor y la zona comercial de Tlatelolco había un caserío conocido como Mecamalinco. Ahí se ponía un modesto tianguis cuyos puestos tenían fama de ofrecer mercancías robadas, sobre todo ropa, herramientas y comida. Aunque puede que esos rumores hayan sido esparcidos por quienes tenían sus negocios en el enorme tianguis de Tlatelolco, todo para hacerle mala fama a sus vecinos. Mecamalinco (Lugar donde se tuercen los mecates) fue de los últimos barrios mexicas en someterse a los españoles. De hecho, fue allí donde el capitán G. Holguín capturó a Cuauhtémoc, el último emperador de los mexicas y donde posteriormente se levantaría la parroquia de la Concepción de Tequipeuhcan “el lugar donde empezó la esclavitud”. Podemos decir que ahí comenzó la historia negra del barrio, pues las crónicas españolas hicieron creer que fueron los habitantes de Mecamalinco quienes entregaron al Tlatoani.

El nombre de Tepito tiene varias interpretaciones y su origen es posterior a la Conquista cuando se le comenzó a llamar Tepitl que en náhuatl significa “chiquito” tomando el nombre de su parroquia, a la cual se conocía como San Francisco Tepito (Chiquito), para diferenciarla del templo de San Francisco el grande, popularizándose con el paso del tiempo como “barrio de Tepito”. Sin embargo, María Elena Jarquín Sánchez considera que el significado de la palabra tepiloton (pequeñito) según el Diccionario Universal de Historia y Geografía de Orozco y Berra es la referencia a los penates o dioses domésticos así como los ídolos que los representaban, de uso común en el barrio. Existen otras interpretaciones como la de Héctor Romero en la que menciona la existencia de Tepito antes de la conquista como barrio indígena de comerciantes y artesanos que pertenecía a la región norte del barrio mayor de Tlatelolco. Su nombre deriva de la palabra náhuatl tepitóyotl o tepitzin que quiere decir “lugarcito o lugar chico”.  De esta manera se reitera la venta de los productos que no se podían comerciar en el mercado grande de Tlatelolco y donde la venta se celebraba en un lugar pavimentado rodeado de arcos y en donde se ofrecía una gran cantidad de productos de lujo o de primera calidad, mientras que en este lugarcito se consiguen las materias con “detalles” o que no pasaron la aduana tributaria del imperio mexica.

En Tepito existe una parroquia que debo mencionar para explicar cómo nació el nombre del barrio, según el filólogo Cecilio Agustín Robledo, la iglesia de San Francisco de Asís está construida sobre el adoratorio principal del barrio de Mecamalinco, a la que los lugareños llamaban Teocaltepiton que significa “templo pequeño”.

Una vez identificando el espacio territorial del barrio de Tepiton y pasando por el momento de conquista, sabemos que desde ese momento –hasta mediados del siglo XX–, la zona norte de la Ciudad de México se identificó como un espacio abandonado ya que en Tlatelolco se instala la república de indios, y luego, se identifica como el área de pulqueros, prostíbulos y las actividades despectivas para los colonizadores.

Siglo XIX

Hacia 1857 los integrantes del barrio de indios conforme a las Leyes de Reforma debieron empezar a vender sus propiedades comunales. La especulación sobre estos terrenos fue fuerte y varios empresarios solicitaron que se les dieran los predios abandonados, lo cual no sucedió por los avatares de esos tiempos, pero en 1868 debieron terminar de repartir y desaparecer como república indígena.

Para hacer frente al problema del agua, en 1874 el Ayuntamiento de México autorizó que se abrieran pozos artesianos con la intención de no impedir el progreso de la ciudad. Gracias a ello, el sacerdote Juan Violante compró el rancho de Granaditas. Dicho trazo permitió que en 1884 se fundara la mítica colonia Morelos, cuya población se dedicaba principalmente a actividades obreras como la albañilería, carpintería, siembra, etcétera.

Por esta época y sobre la base de las leyes de desamortización virreinales, los capitales que tenían las cajas de los barrios se habían distribuido entre los vecinos y en su mayoría solo tenían terrenos como propiedad de la parcialidad. Hacia la década de 1870 la población había menguado en los tres barrios, debido a una escasez de fuentes de agua, siendo sus únicas fuentes las localizadas en Peralvillo y el de la plaza del Carmen, al sur de Tepito. Debido a esto, existían muchas construcciones derruidas que servían de refugio a malhechores y prostitutas, además de autorizarse la creación de tiraderos de basura en el área.

En 1880 el mercado informal se apropió de las inmediaciones del templo de San Francisco. Inicialmente el lugar fungió como centro de reubicación temporal de vendedores ambulantes del Centro Histórico, así como de comerciantes de la Lagunilla. Sin embargo, la segunda etapa de reubicación jamás llegó.

 

LOS PERSONAJES EN EL TIANGUIS DE TEPITO

En 1901 el Ayuntamiento de la Ciudad de México, a cargo de Miguel Ángel de Quevedo, decidió reubicar el tianguis de El Volador que estaba en el costado sur del Palacio Nacional hacia las calles del barrio de Tepito y así fue como su tianguis se volvió uno de los más grandes de la ciudad.

Posteriormente con la Guerra Cristera de 1926, muchas familias del Bajío llegaron como refugiados a las vecindades de Tepito. La mayoría de ellos eran zapateros, por eso el barrio aún conserva la fama de ser el centro del calzado barato y bien hecho en la ciudad.

Hasta la mitad del siglo XX, Tepito se caracterizaba como un barrio, donde las clases bajas de la Ciudad de México se surtían de mercancía barata, usada, reparada o robada. A partir de los setenta se empezaron a ofrecer además mercancía falsificada y sobre todo fayuquera. Sin embargo, hasta la fecha han perdurado en el barrio actividades con sus respectivos personajes emblemáticos:

El reciclero es quien compra artículos viejos, electrodomésticos que ya no sirven, los repara, los pinta y pone una nueva etiqueta de una marca de prestigio y los revende.

El goleador que vende mercancía robada (en el caló del barrio: “aparatos chocolate”), mientras que por su parte el saldero ofrece lo que las fábricas desechan, ya sea porque se deja de producir este producto, o porque pasa de moda la ropa en los grandes almacenes, y el fierrero que se dedica a la venta de todo tipo de fierro usado (herramienta, autopartes, aparatos electrodomésticos, etc.). El carrero es aquel que se traslada a las colonias de la clase media para conseguir ahí “todos los tiliches” que actualmente conocemos como: el tlacuachero. Es decir, el que en un camión compra y vende esas cosas que a “Usté, Señora, le estorban”. Así sube a su carrito muebles viejos y/o rotos, vinilos de grupos de un solo éxito, libros viejos, lavadoras, etc.

       El ayatero anda recorriendo las calles de la ciudad para cambiar objetos de loza nuevos que se cambian en las fábricas por ropa usada o loza que en las casas ya no utilizan. El nombre de la profesión viene de la palabra: áyatl (manta hecha de fibras maguey) debido que antiguamente utilizaron costales de un hilo que se obtiene del ixtle. El hojalatero es una chamba de reciente creación –data de los primeros años de la década de los setenta– que repara en medio de la calle cualquier tipo de vehículo rayado, chocado o que requiere “una manita de gato”. En general es quien se encarga de pintar los automóviles y saca las abolladuras.

A principios de los setenta el comienzo de la fayuca se dio con un contrabando hormiga con bisutería, perfumería, porcelana, juguetes, relojes y jabones que muchos tepiteños traían desde Laredo o Matamoros en maletas viajando en tren o autobús: “La fayuca comienza con cuates nahualones o desterrados que se fueron a la frontera y por allá la anduvieron rolando, pero cuando regresaron, lo hicieron con un montón de chucherías, que luego fueron cambiadas por aparatos electrónicos”, dice Julián Ceballos Casco, pintor fundador del Grupo Tepito Arte Acá, en el periódico Reforma (27/06/1995).

Tepito, fotografía FOTOTECA INAH.

Tepito es un barrio que infunde mucho respeto. Representa la fuerza, bravura y resistencia de una zona trabajadora y al mismo tiempo segregada, en donde el comercio se lleva en la tradición y se pasa de generación en generación. En el barrio de Tepito se sabe que puedes encontrar cosas muy baratas principalmente de la “fayuca” y algunos otros artículos de dudosa procedencia. Pero entre los habitantes del barrio de Tepito hay una frase muy representativa que dice:

Que puedes cambiar de casa, de estado, de país pero el barrio siempre va contigo[1].

Una vez más podemos comparar que el territorio forma y deforma al individuo. Es por esta razón que Tepito es la atracción de investigadores en procesos étnicos, sociológicos, arqueológicos y económicos, pero sobre todo por la riqueza en el patrimonio inmaterial que a través de sus costumbres, el barrio retoma y fortalece actividades que prevalecen y además traspasan fronteras.

¿Nos echamos unas migas con una buena chela de barril? Ven, te invito unas bien buenas en Tepito, ¿te atreves?

 

FUENTES:

Maerk, Johannes, 2010.  DESDE ACÁ – TEPITO, BARRIO EN LA CIUDAD DE MÉXICO From here Tepito, a Neighborhood in Mexico City.

Ramírez, Armando, 1989. Crónica de los chorrocientos mil días del barrio de Tepito, México: Grijalbo.

Rosales, Héctor, 1988. Tepito Arte Acá. Ensayo de interpretación de una práctica cultural en el barrio más chido de la ciudad de México, México:UNAM.

Tomas, François, 1987. Las estrategias socio-espaciales en los barrios céntricos de México: Los decretos de expropiación de octubre de 1985, Trace, No. 11.

Velasco Ocampo, Ma. Guadalupe, 1974). Algunas consideraciones sobre la marginalidad en la ciudad de México. El caso de Tepito, México: UNAM.

[1] Retomando el dicho popular.

 

 

Tan Castillo

Tan Castillo

About Author

Historiadora del Arte, Músico y Dramaturga egresada de la UNAM. Estudió Arqueología en la ENAH. (Activo)

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