Imagina está escena: tu pequeño jugando en el parque, su pequeña vocecita demandando tu atención “mira, mira, mira…” lo único que necesita es la atención de mamá o papá y si necesita subir algún lado, la mano que busca es la tuya…

Alguna vez te han dando celos si se le acercan a tu hij@, esa sensación extraña en el estómago, y opresión en el pecho, te has preguntado ¿si es normal o propio? Será que esos sentimos son tan de nosotros que no los queremos compartir con nadie más. ¿O será un miedo irracional a que nos cambien y nos dejen de querer? Un miedo a seguir siendo los dueños de su atención.

Nosotros somos el primer amor de nuestros hijos y el vínculo que tenemos con ellos siempre va a ser el que les permita ampliar su entorno cuan maduros se comporten lejos de nosotros y si mantenemos ese vínculo sano y respetuoso, es la garantía de que en el futuro tu hijo va a tener relaciones exitosas.

La delgada línea entre convertirte en una madre o padre controlador@ y sobre protector@, o permitir que tú hijo te vea como una mamá desapegada y que se sienta abandonado. Ser mamá y papá es todo un reto entre encontrar ese punto medio entre las situaciones en las que te coloque la vida. En tener como objetivo su independencia y su autosuficiencia.

Crear una relación tan estrecha que sepan que eres el lugar seguro, sin asfixiar ni minimizar su personalidad y saber que si tú hijo logra mantener vínculos afectivos con otras personas es en parte gracias al gran trabajo que realizas con el y al amor que le brindas.

Tal vez quede relajarse. Y la próxima vez que te toque compartir a ese ser tan especial para ti, recuerdes que el amor que siente por ti es inigualable y no tienes competencia. Si tú peque es un ser fácil de querer lo estás haciendo genial. Pero, ¿tú que piensas?