Noche oscura, gélida y sin estrellas.
En Inglaterra y Transilvania
Era un vampiro sofisticado, mezcla de Rodolfo Valentino y Alain Delon. Reposaba en las ruinas de Camelot, lo que algún día fuera el castillo del rey Arturo, y en cuya mesa redonda, pasaba gran parte de sus tiempo de asueto.
Solía jugar golf nocturno, bajo las estrellas sofocadas entre la niebla, con el mago Merlín, especialmente en los momentos en que prestaba sus oídos, desde la lejanía, a los aullidos de su amigo, el hombre lobo, quien dibujaba su cuerpo cuando la luna era llena. Sonido que amaba pues para sus oídos, parecían cánticos infernales.
En una ocasión, harto de degustar la sangre de los pocos aristócratas que habitaban en Europa, decidió cambiar su rumbo hacia tierras para él extrañas. Arto de volar sin rumbo, decidió resguardarse en una gran pirámide con la que tropezó. El clima no le era cómodo y sofocado se desmayó.
Tras de cobrar conciencia, se alojó en una de las cámara mortuorias, decidido a descansar y reponerse del golpe en donde descubrió con agrado un gran féretro adornado, lo cual le extrañó. Nunca había visto cosa alguna. Un féretro bastante colorido para sus sobrios gustos, con dejos de oro, y además con apariencia de un ser extrañamente ataviado.
Sin más preámbulo, lo abrió de tajo, decidido a entrar en él. De pronto ante sus ojos surgió una voz áspera como un crujido, que vociferó: ¿Quién anda ahí? ¡Quien ha osado abrir mis aposentos mortuorios? Del féretro de pronto, surgió un ser cuyas vendas cubrían los ya pocos restos de lo que fuera algún día su cuerpo. El vampiro, reponiéndose ante tal encuentro, murmuró: ¡OH, que hermoso ser es Usted! Nunca conocí ser igual, ni con un aroma tan agradablemente rancio como el suyo. Dime, ¿quién o qué eres? La momia entonces se sintió incómoda y humillada. Sin embargo le contestó: ¡Cómo te atreves a formular tal pregunta en mi presencia! ¿qué no sabes quién soy, estando frente a mí, violando la entrada de mis eternos aposento? Soy la faraona Nefertiti, dueña de todo éste vasto y rico imperio egipcio.
El vampiro inglés le respondió: I beg your pardon! My sweet lady! Viajando sin rumbo, vine a dar aquí. No sabía de su excelsa existencia. Si ha bien tiene aceptar mi humilde petición, me encantaría invitarla a dar un paseo entre las tumbas, a tan distinguida dama, argumentó postrándose.
La momia entonces le sonrió, y tomándolo del brazo, salieron a pasear. Se dice que los vieron juntos, mil y una noches más.