Con el embrujo de tus ojos,
mientras tu cuerpo desnudo
se desliza entre las sábanas,
tu aliento cálido despierta la llama,
que enciende lo más profundo de mi regazo
volviendome esclava de la cadencia de tu cadera a mi cuerpo
que se aferra a tus brazos y a tu boca.
Esa boca tuya que se entrega a lo infinito
desentrañando lo más oculto del placer.
Placer que confunde mi cuerpo y mi mente,
hilando mis suspiros a tu piel y a tu olor,
que me embriaga.
Haciéndome adicta en cuerpo y alma a ti.
a ti, sólo a ti.
Dalia de León Adams
Del poemario CIRCUNLOQUIO