En ésta ocasión en vez de recomendarte una propuesta escénica acerca de éstos misteriosos, legendarios y temidos hombres de mar, protagonizados en muchas ocasiones, en el mundo de la ficción, como es el caso reciente por ejemplo de “El Navío de los Ingenuos” de la Compañía Teatral Naufragio Teatro, o bien en el medio cinematográfico como lo es la ya icónica película interpretada por Johnny Depp, Geoffrey Rush y Keira Knightley  “Los Piratas del Caribe” dirigida por Espen Sandberg, Gore Verbinski y Joachim Ronnig, bajo la producción de la Compañía Walt Disney y Jerry Bruckheimer Films; mejor te comento cómo es que surgieron los PIRATAS o CORSARIOS.

*CORSARIOS etimológicamente significa ir a “Corso” o “correr por el mar”.*

Se dice que la “Piratería” es casi tan antigua como la historia de la humanidad. Nos referimos a los muy conocidos hombres de mar, amantes del peligro y las riquezas ajenas, quienes viajaban por la mar en aras de adquirir grandes dotes o cargas ajenas, mediante el hurto surgido a muerte que fuera llevado acabo durante la travesía de los navíos.

Sin embargo, ha sido poco tratado el papel preponderante que jugaron los CORSARIOS durante la época de las colonizaciones, momento en el cual surgieron ante la enorme diferencia de los piratas, quienes serían contratados por los reinos medievales para que asaltaran los barcos que de las tierras americanas, viajaban con ruta a Europa, para complacencia de los reyes conquistadores y sus hombres en búsqueda de poderío y riquezas.

CORSARIO entonces fue el nombre que recibieran los capitanes de barco quienes ante un acuerdo con algún reino, corona o aristocracia (francesa o inglesa comúnmente), firmaban pactos para compartir las riquezas extraídas por la fuerza, de aquellos barcos que navegaban por altamar, trasportando riquezas como el oro y piedras preciosas. Ello a cambio de obtener un título nobiliario de “Lord” por su contribución al beneficio material del reino, a cambio de prestigio y propiedades.

Debido a ello, el poderío que había alcanzado la corona española mediante la apropiación de los bienes obtenidos mediante su mando en las vastas y ricas tierras americanas (que hoy en día forman México y Sudamérica) se convirtió en el blanco perfecto para los piratas y corsarios.

De tal modo que los viajes efectuados para atravesar los mares y océanos en barcos rudimentarios eran mayoritariamente presa fácil de atracos. Muchos frailes en aras de ir a evangelizar a los naturales de las Américas (como les nombraban a los indígenas y su tierra) escribieron sus testimonios al respecto.

La obra de Sigüenza y Góngora titulada “Infortunios de Alonso Ramírez” nos introduce a la problemática que secularmente significaba el tránsito del Nuevo al Viejo Continente. Así fue como las regiones americanas que aportaron mayores riquezas fueron el Perú por sus valiosos metales extraídos de las minas; La Nueva España por su abundante oro y piedras preciosas.

Por otro lado, de las Islas del Caribe sería el lugar de donde sustraían especias y plantas desconocidas, aves y diversas especies animales en Europa, como el tabaco que Sir Rayleigh introdujera por primera ocasión bajo el dominio de la corona Inglesa.

Se dice que el más famoso y antiguo de los piratas fue el griego Polícrates, quien vivía en la isla de Samos en donde levantó un gran palacio y formó una enorme flota constituida por cien naves de Guerra con las cuales asaltaba a los barcos extranjeros.

El romano Sexto Pompeyo fue otro de los famosos PIRATAS, sin embargo, Arudj, mejor conocido como Barba Roja, se convertiría en una verdadera leyenda. De él se decía que tras haber sido perseguido por el Papado de Roma a cuyos aliados había asaltado, sembró de oro los caminos para hacer demorar a sus perseguidores.

Tiempo después aparecieron los vikingos con sus barcos en forma de dragón, conocidos como “bucaneros”. Apelativo que adquirieron por la manera peculiar de cocer las carnes cazadas por ellos mismos. Finalmente aparecieron los “filibusteros” palabra que proviene de la lengua holandesa y que significaba “el que va en captura del botín”.

Como intento explicar, sea el que fuere el término otorgado en la antigüedad, lo cierto es que todos ellos cumplían el mismo “oficio de hurtar por la mar a mano armada” por decirlo de algún modo.

Se sabe que gran parte de ellos, se reunían en la isla La Tortuga, hoy una de las islas que forman parte de Jamaica, en donde se refugiaban y festejaban embriagándose hasta el amanecer.

Tierra que dichos ladrones bautizarían como “La Cofradía de los Hermanos de la Costa”. Obviamente carecían de policía, cárcel o jueces. Los conflictos suscitados se resolvían mediante retos a muerte, bajo la lógica de conceder la razón al vencedor.  La isla era tan sólo un refugio temporal, pues su vida como es bien sabido transcurría mayormente en la mar.

Comenzaron a atacar algunas costas como la de Panamá, Acapulco, Veracruz y Campeche. Entre esos piratas se encontraron Henry Morgan, Juan Hawkins I. Olonés, Eduardo Mansvelt, Lorencillo y el afamado Barba Negra.

Sobre el pirata Barba Negra se sabe que subía a sus barcos o navíos colocándose cuatro velas encendidas en el ala de su sombrero negro, hecho qué aunado a su rudeza y larga así como mítica barba, se decía que provocaba el pánico de sus víctimas.

Pero como todo, llegó el momento en que los piratas del mar desaparecieran. Uno de los principales motivos fue la gestación de los movimientos de Independencia, por lo que se dejaron de acarrear las riquezas de un continente a otro.

Por otro lado, la modernización de las técnicas de ingeniería náutica, junto con la invención de la radio como medio de comunicación naval y detectores de barcos, hechos que los llevaría a su fin. De tal modo que los piratas, corsarios filibusteros y bucaneros, pasaron a ser tan solo parte del gran mito de la “Ficción Cinematográfica”.