LAS AGUAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Una de las maravillas de la ingeniería que tiene la Ciudad de México, es que está cimentada sobre una cuenca lacustre de 45 ríos, delimitada por un sistema montañoso. Por esta razón, desde la época prehispánica se presentaron inundaciones en varias poblaciones creando alternativas para el acceso como caminos, canales, albarradones, acueductos y pozos, para el control del líquido vital.
La historia registra que el Rey de Texcoco Nezahualcóyotl colaboró con Moctezuma Ilhuicamina para controlar las aguas por medio de un albarradón. Sin embargo, las crónicas mencionan que este problema fue constante en la Colonia hasta el siglo XX.
En 1929 los ríos que alimentaban la cuenca de México eran: Río de los remedios, De la Piedad, Tlalnepantla y Churubusco, controlados por la Presa de Dolores y la Presa de Tecamachalco.
Resulta inverosímil imaginar que en los paseos dominicales se partía del Centro Histórico hasta Xochimilco, por el Canal de la Viga en donde el comercio de hortalizas y el camino a pie servía como recreativo para los habitantes.
Hasta la primera mitad del siglo XX los niños cazaban ranas, patos e incluso se bañaban por el Río de La Piedad o se podía lavar ropa en el Río Churubusco.
El Río Magdalena Contreras nace en los Dinamos y llegaba hasta los Viveros de Coyoacán (en época prehispánica, se infiere que en este sito se encontraba el embarcadero del pueblo de Coyohuacán). Actualmente, este río sobrevive como cuerpo abierto en la ciudad, solo la mitad de su recorrido ya que fue entubado a un costado de los Viveros.
Sobrevive el Canal Nacional atravesando un tramo de Coyoacán, Iztapalapa y Xochimilco aunque existe un programa de conservación del cuerpo lacustre debido a la contaminación urbana y el poco interés ecológico de concientizar a la población.
La frase popular: “Que se lo lleve el río” parte de las condiciones deplorables de las poblaciones que contaminaban los ríos usándolos como drenaje y basurero. La contaminación de los mantos acuíferos generó focos infecciosos e insalubres conocidos como asentamientos urbanos de miseria en donde era frecuente la delincuencia en la década de los cuarenta.
Los ríos San Juan de Dios de Tlalpan, el canal de Miramontes y el Río de los Remedios que ya se consideraban como ríos de aguas negras, se entubaron en 1942 para construir el Anillo Periférico.
El 15 de julio de 1951 ocurrió la última inundación en la Ciudad de México que duró tres meses. La ciudad quedó sumergida en dos terceras partes con una profundidad de dos metros en las zonas más bajas. Por esta razón las autoridades capitalinas tomaron la decisión de entubar el Río Churubusco, así como construir cárcamos para el control del agua. Es así como el Gran Canal sirvió como planta de bombeo y se construye el túnel de Tequixquiac en 1954.
Al observar estas imágenes, la reflexión nos invita a platearnos si fue correcta la decisión de entubar los ríos y abrir paso a las grandes avenidas. Sin embargo, como ya mencionamos el control del agua merecía de una educación ambiental constante, así como la preservación de los recursos cognitivos con el fin de mantener abiertos los ríos. Esto derivaría a un control vehicular por familias y la descentralización de la misma ciudad. Actualmente nos enfrentamos a un crecimiento urbano desmedido y curiosamente las inundaciones persisten, aunque los ríos se encuentren entubados. Por esta razón la frase: “el agua siempre busca su cauce” seguirá en la memoria y actividad de esta ciudad.